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Evitar pensar en la muerte nos quita la vida

Evitar pensar en la muerte nos quita la vida.

El nacimiento y la muerte tienen como denominador común la vida, ambos la implican, pero adicionalmente suelen tener como efecto secundario su ponderación o por lo menos su contemplación. Cada vez que estamos en presencia de un nacimiento o de un deceso, una emoción intensa destella en nuestra cara y como acto reflejo abrimos un ojo a nuestra propia existencia, nos damos cuenta que somos falibles, que no somos eternos y que apenas somos una breve historia en un universo infinito; luego, el letargo viene nuevamente y nos sumimos en la inconsciencia del tiempo y sus efectos, preocupados por el quehacer cotidiano y lejos, muy lejos de nuestro corazón y el de los nuestros.

Evitar pensar en la muerte, paradójicamente nos quita la vida, debido a que sin mas, nos abandonamos a nuestro destino, esperanzados en que en algún otro momento vendrá nuestra recompensa por tanto sufrimiento; le damos espacio a la prudencia, y evitamos luchar por nuestra felicidad hoy, después de todo tras el crisol del mañana, siempre encontramos un mejor lugar para enjuagar nuestras heridas.

Nuestro deambular inconsciente hace que día tras día nuestra vida nos vea de reojo, esperanzada en que en algún momento le demos sentido, la tomemos en cuenta; sin embargo, nada de eso sucede sino hasta el final, donde no hay tiempo ya para la especulación, y aún ahí, seguimos creyendo que la vida no se acaba, que tendremos otra u otras oportunidades para despilfarrar nuestra existencia.

Esta forma de abandonarnos, a mi entender no tiene que ver con deshacernos de un carga imposible, esta actitud a mi juicio, es el pretexto perfecto para que al final del camino no nos reprochemos por todo lo que pudimos haber hecho y no hicimos.

Si estuviéramos consientes de lo  efímero que es nuestro andar por este mundo, derrochar nuestra existencia sería mucho mas bochornoso; en cambio, creyendo que somos eternos bien podemos desperdiciar uno, dos días, algunas semanas y hasta años, sin que nos lastime la desconsideración para con nuestro propio espíritu, sin que nos reviente en la cara la forma tan injusta de malgastar cada aliento.

Por eso le invito a aferrarse a su vida, tenga el coraje de luchar con ella por ella, que nada lo detenga, no debe caber la apatía, la pereza o el miedo en algo tan importante; ¿después de todo que  puede perder que no este perdiendo ya? ¿Su vida? ¿Cual?

J.M. Charles

1 comentario

Claudia Diaz -

Interesante perspectiva